Producción y consumo: ¿qué compramos realmente?

Comenzaré el artículo planteando la pregunta que iremos analizando a lo largo del cuatrimestre: ¿Qué compramos realmente?

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No es una novedad la polémica creada por la explotación de las grandes empresas a sus trabajadores y al entorno. Desde los productos cosméticos y textiles hasta la comida o los teléfonos móviles, TODAS las grandes marcas utilizan una popular técnica para ganar mucho más de lo que gastan en producir: llevan sus empresas a países subdesarrollados o con leyes más flexibles, países donde saben que los menores de edad trabajarán por menos de 1 euro al día durante más de 12 horas, países donde saben que pueden comprar una enorme extensión de bosque o selva para deforestarla y construir hoteles, países dónde utilizar a animales para probar sus productos capilares antes de sacar al mercado no resulta ningún inconveniente.

Para entender cómo funcionan esta producción y comprender por qué seguimos consumiendo ciertas marcas a pesar de conocer la verdad, deberemos empezar por el principio:
¿Qué empresas llevan a cabo estas malas prácticas y cómo lo hacen?
Recientemente encontré en varios artículos la misma lista de grandes «marcas negras» , las cuales han sido denunciadas con numerosas pruebas de su explotación laboral en países extranjeros.

ZARA, INDITEX (BERSHKA, PRIMARK, PULL AND BEAR, STRADIVARIUS, SFERA,E TC.), EL CORTE INGLÉS, ADIDAS, NIKE, KIKO, BAYER, MAX FACTORY, MCDONALD, NESTLÉ, SAMSUNG, LG, APPLE, CANON y muchas más.

Casos en el terreno textil: Esclavitud infantil en la India

Un ejemplo de la «esclavitud moderna» de estas marcas es retratada en este artículo del Confidencial: En India, niñas y adolescentes menores de edad en fábricas clandestinas trabajan una media de 72 horas semanales por un salario medio de 88 céntimos al día. Trabajan sin contrato, con productos tóxicos como el tinte de las prendas de ropas y en instalaciones no seguras. Ese dinero que ellas ganan no lo podrán usar hasta aproximadamente 3 años después, cuando tengan edad para casarse y lo utilicen para pagar su dote matrimonial a la familia del marido.
Este solo es un ejemplo dentro de una realidad infinita de explotación laboral e infantil, que se acompaña de otras malas prácticas cómo la de verter residuos tóxicos y productos químicos en zonas naturales y comúnmente, fuentes de agua que abastecen a poblaciones enteras.

Casos en el terreno tecnológico: Minas de Coltán en áfrica

(He de decir que este documental no termina de gustarme ya que culpabiliza totalmente a los Rebeldes del Congo, pero se cree que estos son incentivados por el Gobierno, que a su vez es presionado por grandes multinacionales como Samsung. Aún así esboza en cierto modo, una realidad de los países subdesarrollados)
Un ruandés en el documental, cuenta cómo el coltán, el elemento esencial de las baterías de los móviles que compramos, es extraído de minas africanas por hombres y niños que arriesgan su vida todos los días por una media de 10 euros al mes. En el mismo documental se denuncia a las empresas occidentales por su nula regulación de la producción y por aprovecharse de la crisis y Guerra del Congo para producir de una manera mucho más barata.

Casos en el terreno alimenticio: Secuencia de Samsara

Me atrevería a decir que la producción de carne y en general, de las empresas alimenticias, es el aspecto que más gente conoce respecto al problema que planteamos. En la secuencia de este maravilloso Documental, apreciamos la técnicas que se utilizan para producir de manera masiva los alimentos cárnicos. La sobreproducción y los métodos utilizados no es ninguna novedad. Quizás si os sorprenda saber que empresas no cárnicas como Nestlé, Coca Cola o las «inofensivas semillas Monsanto» han protagonizado grandes escándalos por explotación laboral, daño al medio ambiente y atentar contra la salud de los consumidores. Y es que detrás de estas grandes empresas se esconden muchas más marcas de las que no conocíamos su relación. Podéis imaginaros la cantidad de dinero que mueven y su poder en mercado y política.

Podría relataros decenas de ejemplos del mal uso de poder de las grandes marcas. Pero ahora que conocemos la superficie de una aterradora realidad, os planteo la siguiente pregunta:

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¿Seguiríais consumiendo estos productos?

Lorena Mateo, 2º A2

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